Todo el mundo, por ley, está obligado a participar en una rueda de reconocimiento: si no se comparece ante los juzgados, se puede ser sancionado por desobediencia a la autoridad.
La mayor preocupación para los ciudadanos que se encuentran detrás del cristal desempeñando el papel de figurantes es que la víctima les señale. En ese caso, la prueba contaría a favor del delincuente, que no ha sido reconocido, pero lo que la persona que ha sido señalada por error no sufre ninguna consecuencia.
Utilizar ciudadanos como figurantes para las ruedas de reconocimiento es una práctica común en pueblos pequeños, sin embargo en ciudades más grandes los jueces utilizan a otros detenidos como falsos sospechosos. En Barcelona ciudad se hacen una media de cuatro ruedas de reconocimiento al día.